La educación de adultos -cuyos orígenes se sitúan a finales del siglo XIX- se convirtió en la segunda mitad del siglo XX uno de los objetivos principales de instituciones internacionales como la ONU, la UNESCO o la OCDE. El aprendizaje y la educación de adultos, desde una perspectiva profunda, implican la valoración de los elementos culturales y contextuales –tanto entre diferentes culturas como dentro de un mismo grupo sociocultural. Así mismo, las propuestas metodológicas generales del curso (comunicación intercultural, trabajo colaborativo, comunidades de aprendizaje, etc.), apuestan por el valor de la diversidad y el respeto por la diferencia, y todo ello conecta y se integra con las propuestas del enfoque profundo en educación.
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